domingo, 28 de septiembre de 2014

Amar, amarse y sentirse amadas…

A esta vida hemos venido a cumplir tres funciones fundamentales: A ser felices, a aprender lo máximo posible y a entregar lo mejor de nosotras mismas.
¿Qué pasaría si hoy fuera el último día de nuestras vidas? ¿La última vez que ves a un ser querido? ¿Si estas palabras que estás pronunciando fueran las últimas compartidas? ¿Qué recuerdos crees que te traerá la mente llegado el momento? ¿Cuál sería entonces el orden de tus prioridades?
Hay momentos en los que me detengo a observar a mi alrededor, instantes en los que decido capturar la imagen de mi propia vida y la de los que me rodean, observarla desde fuera, y me sorprendo viviendo en un mundo lleno de prisas, de asfixia, de agobios, lleno de preocupaciones por cosas que son urgentes, pero no importantes.
Nos hemos convertido en seres autómatas, incapaces de recordar el sagrado sabor de lo pequeño, el delicioso bienestar de la quietud, el valor de los pequeños detalles, dulces y auténticos, que nacen del corazón, la importancia de amar, de sentirse amada y el valor de compartirlo.
Hemos entrado en una situación de trance, instalado un piloto automático al que le hemos dado el poder de dirigir nuestras vidas, yendo a ciegas en un mundo en el que parece haber motivos infinitos para ser egoístas, para estar insatisfechos, para llevarnos mal los unos con los otros, para tener demasiada prisa para pararnos y tomar consciencia de lo que significa verdaderamente nuestra existencia.
Y es que pasamos más tiempo enumerando nuestras diferencias que tratando de encontrar lo que nos une. Hemos olvidado que todos viajamos en un mismo barco, que libramos una misma batalla, y que por diferentes que parezcamos, todos estamos necesitados de una misma cosa: el amor.
Todos venimos a este mundo a ser felices, a ayudarnos los unos a los otros, a hacer de nuestra existencia el mejor de los caminos, a querer y ser queridos. Son las cargas que llevamos en nuestro corazón las que nos hacen actuar y vivir de una forma equivocada, las que nos convierten en seres desconocidos que actúan como contrincantes.
Si nos dejáramos guiar por los ojos del corazón, veríamos un mundo muy diferente. Sabríamos reconocer que detrás de cada gesto y palabra desagradable sólo se esconde el mismo miedo e infelicidad que a nosotros nos acecha. ¿Por qué el ser humano es capaz de dar tanto en los duros momentos, pero le resulta tan difícil mostrar amor en el día a día?
Amar, amarse y sentirse amado.  ¿Acaso hay algo más importante? Llegado el momento esa será nuestra última pregunta, y su respuesta, lo único que nos importe.
Hay que ser ingenuo para creer que la vida nos seguirá ofreciendo infinitas oportunidades para ocuparnos de ser felices y de demostrarle a nuestros seres queridos el gran lugar que ocupan en nuestro corazón.
La vida nos plantea muchas dificultades, y un día sin más se irá sin avisar, pero hay algo que sí está en nuestras manos, y es la dicha de abandonar este mundo habiendo amado y dado lo mejor de ti, quedándote con esa sonrisa que sólo es capaz de dar la paz interior, y ese dulce sabor de haber sido quien querías ser.
Abandonemos la lucha y regalemos amor. El amor es el arma más poderosa que existe. Un pequeño gesto de amor es capaz de conseguir lo que ninguna otra cosa puede.
Vive tu vida de forma que tus palabras calmen, que tus actos contribuyan, que tus gestos atiendan, y que tu corazón comprenda. El amor es el único camino hacia la felicidad y lo único que crece cuando se comparte.


sábado, 27 de septiembre de 2014

No importa como sea mi hijo, sino como mis ojos lo ven

Ser madre es maravilloso, y muchas veces rehuimos de serlo.
Ser padres es sacrificado, pero merece totalmente el esfuerzo.
Se puede ser feliz con o sin hijos, pero tenerlos es siempre motivo de alegría.
¿Te ha pasado que nada más conocer a alguien, una de las primeras preguntas es si tienes hijos?
La mayoría de los adultos suelen contestar que sí, o que sueñan con tenerlos. Pero hay quienes se sienten incómodos con la pregunta, pues o no los pueden tener o no los desean tener.
Obviamente la pregunta no trae ningún señalamiento o estereotipo negativo, es sólo que la mayor parte de la gente se identifica con el tema y les encanta hablar de sus hijos a tal punto que podrían pasarse horas enteras sin cansarse en lo absoluto.
El porqué muchas personas posponen o renuncian a ser padres suele ser por la situación económica y la gran responsabilidad de tener que cuidar un niño indefenso o el miedo a perder su independencia social. Por otro lado hay también quienes aseguran que traer a un niño a sufrir a este mundo es una gran irresponsabilidad.
Sea cual sea la razón, todos consciente o inconscientemente deseamos algún día tener hijos. Y aunque nos pese física o económicamente, los hijos siempre nos cambian la vida para siempre.
Hay que entender que “ser padres es la única profesión en la que primero se otorga el titulo y luego se cursa la carrera” y todos aquellos que ya han obtenido “el titulo” saben muy bien a lo que me estoy refiriendo.
Nadie es perfecto, los padres también cometen errores pero la mayor parte de el tiempo aprenden de sus errores y siempre buscan el bienestar de sus hijos por encima de sus propias necesidades y de sus posibilidades.
Conozco muchos casos donde los padres tienen hijos sanos y no le dedican suficiente tiempo porque están agobiados con sus deberes, deudas, carrera o problemas conyugales. Mientras, otros tienen hijos con discapacidades físicas o mentales y sus padres se desviven y sacrifican por ellos y nunca se rinden en su lucha por buscar una cura o alivio a su pequeño.
Nadie sueña con tener una familia enferma o discapacitada pero la vida nos la presenta y sólo nos queda lidiar con la situación. Pero pensar en no tener una familia sólo por no correr el riesgo de una enfermedad o discapacidad es quizás un poco egoísta de nuestra parte.
Piensa y recapacita las cosas, planifica, investiga y no dejes que los temores o la incertidumbre de algo que quizás nunca suceda te prive de experimentar el más grandioso sentimiento que se siente al traer un hijo o hija a este mundo.
Recuerda que nadie nace sabiendo cómo ser padre o como criar a una criatura, esas cosas se van aprendiendo sobre ruedas. Y cada experiencia nueva con tus hijos te irá enseñando y capacitando para nuevos logros que serán en un futuro todo tu orgullo.

BELLA IMAGENES CON NOMBRES (CENICIENTA)









LINDAS IMAGENES CON NOMBRES (TINKERBELL)

LINDAS IMAGENES CON NOMBRES










Significado de tu signo

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Cosas que nunca debes decirle a tu pareja

Mi bisabuela decía siempre, “hay cosas que los hombres no deben saber”, al principio me daba risa, pero con el paso del tiempo he descubierto que por abrir la boca, muchas veces acabo arrepentida.
Es que solemos confundir, la confianza que depositamos en nuestra pareja, con la confesión brutal. Acabamos comportándonos como unas bocazas que soltamos todo lo que pensamos y sentimos, la motivación es buena, queremos que nos conozcan de forma sincera, pero luego, mucho de lo que decimos con la mejor de las intenciones, acaba siendo utilizado en nuestra contra.
Mujeres y hombres somos diferentes, ya lo dice ese libro, las mujeres son de venus y los hombres de marte, por lo tanto, la peculiar manera de interpretar y descifrar datos, marca la diferencia.
Mientras las mujeres compartimos información, los hombres perciben ese interés en informar como dar explicaciones, y por eso la evaden.
También es muy frecuente que cuando sólo tenemos la necesidad de expresar algo que sentimos, ellos creen que exigimos soluciones.
Por eso es muy importante saber qué decir o no decir, y no es con el afán de mentir u ocultar, sino con el propósito de salvaguardar las buenas relaciones.
“Nosotros nos decimos todo” –comentan algunas chicas acerca de sus parejas. Pregunto ¿Cómo estás tan segura de eso?… ¿Cuentas hasta tus pensamientos más íntimos? Por supuesto que no, siempre nos reservamos algo, y es maravilloso. Es nuestro mundo. Y es válido, todos lo tenemos, es saludable además. Si te enojas con tu jefe y en tu mente lo ves caer de un avión sin paracaídas, no es lógico que al día siguiente le pidas perdón por eso. Siempre buscamos deshacernos de las personas que no nos caen bien o nos incomodan. Por eso soñamos que la gente muere, no es que realmente estemos deseando la muerte, sino que el inconsciente simplemente te está revelando lo que sería poder liberarnos de lo que nos molesta.
En relación al tema que nos confiere, hay una lista enunciativa, de circunstancias que no deberías narrar –NUNCA-.
Cosas que nunca debes decirle a tu pareja:
Hablar de tu ex, llamarlo por su nombre o mencionar a qué sitios frecuentaban.
Nunca comentar sus aspectos físicos en los que no destaca favorablemente.
Indicar el número de parejas sexuales que has tenido.
Compartir las claves de tus redes sociales o computadora.
Prestarle el teléfono para que revise tus mensajes y así “confíe en ti”.
Comparar a su madre con alguien o contigo misma.
Contar las intimidades de tus amigas.
Llamarlo con insultos en los momentos de enojo, eso propicia violencia.
Hacerte pasar por quién no eres.
Lo que pertenece al pasado, ya no existe, por lo tanto no mires para atrás, lo referente a tu “autoestima” como lo dice la palabra es “auto” es personal y propio de tu mirada, expandir ideas sobre lo que no te gusta de ti, en caso de pelea será un arma que él sabrá utilizar; aprender a separar parejas de amigos y mantener los universos paralelos, salvará tus amistades de malos entendidos.
Tus reflexiones, quejas, y malestares saben mejor mediante una charla entre quienes comparten la misma mirada sobre la vida. Te podrás desahogar a gusto y llegarás a los brazos de él renovada.
Entender que cada quién tiene su espacio y su modo de comunicarse y entender, facilitará el camino hacia la empatía.


viernes, 26 de septiembre de 2014

BELLAS IMAGENES CON TU NOMBRE (LA SIRENITA)







Tal vez

Tal vez yo envejezca demasiado rápido.
Pero lucharé para que cada día haya valido la pena.
Tal vez sufra innumerables desilusiones en el correr de mi vida,
Pero haré que ellas pierdan importancia ante los gestos de amor que encuentre.
Tal vez yo no tenga fuerzas para realizar todos mis ideales.
Pero jamás me consideraré derrotado.
Tal vez en algún instante sufra una terrible caída.
Pero no quedaré por mucho tiempo mirando hacia el suelo.
Tal vez un día el sol deje de brillar.
Pero entonces me iré a bañar en la lluvia.
Tal vez un día yo sufra alguna injusticia.
Pero jamás asumiré el papel de víctima.
Tal vez tenga que enfrentar algunos enemigos.
Pero tendré humildad para aceptar las manos que se extenderán en dirección mía.
Tal vez una de esas noches frías, yo derrame muchas lágrimas.
Pero no me avergonzaré por ese gesto.
Tal vez con el tiempo, yo perciba que cometí grandes errores.
Pero no desistiré de continuar mi camino.
Tal vez con el correr de los años, pierda grandes amistades.
Pero aprenderé que aquellos que realmente son mis verdaderos amigos, nunca estarán perdidos.
Tal vez algunas personas deseen mal para mí.
Pero continuaré plantando la semilla de la fraternidad por donde sea que yo pase.
Tal vez entristezca al concluir que no consigo seguir el ritmo de la música.
Pero, entonces, trataré que la música siga el compás de mis pasos.
Tal vez yo nunca consiga ver un arcoíris.
Pero aprenderé a diseñar uno, aunque sólo sea dentro de mi corazón.
Tal vez hoy yo me sienta débil.
Pero mañana recomenzaré de nuevo, aunque sea de una manera diferente.
Tal vez no aprenda todas las lecciones necesarias.
Pero tendré la conciencia que las verdaderas enseñanzas ya están grabadas en mi alma.
Tal vez me deprima por no ser capaz de saber la letra de aquella música.
Pero quedaré feliz con las otras capacidades que poseo.
Tal vez la voluntad de abandonar todo se vuelva mi compañera.
Pero en vez de huir, correré tras aquello que anhelo.
Tal vez no tenga motivos para grandes celebraciones.
Pero no me dejaré de alegrar con las pequeñas conquistas.
Tal vez yo no sea exactamente quien me gustaría ser.
Pero pasaré a admirar quién soy.
Porque al final sabré, aún con incontables dudas,
que soy capaz de construir una vida mejor.
Y si aún no me convencí de eso, es porque como dice aquel dicho: “todavía no llega el fin”.
Porque al final no habrá ningún “tal vez” y sí la certeza...
de que mi vida valió la pena y que hice lo mejor que podía.

Aprendiendo a olvidarte

A veces la vida de la mujer es dura, y hay amores que matan. Nos aferramos a hombres que no nos convienen, por temor a quedar solas, por miedo a no poder afrontar las responsabilidades de la vida por nosotras mismas. Sí, hay amores que nos destrozan, pero que no somos capaces de dejar de lado. Tenemos que aprender a amar con medidas, tanto nos aman, tanto amor entregamos. Es necesario aprender a respetarnos como personas y mujeres. El día que aprendamos a hacerlo, esta historia no nos podrá ocurrir:
Aprendiendo a olvidarte
Cuando me dicen que tengo que olvidarte, es cuando más te recuerdo, y cuanto más me dicen que no me convienes, más quedo pensando en ti. Soy consciente de que es cierto: no me haces ningún bien, pero no puedo evitar quererte como te quiero. No puedo borrar de una pincelada todas las cosas que hemos pasado juntos, he leído revistas de autoayuda, médicos, y todo lo necesario para salir adelante y no podía, era como que me ponían cemento en los pies y no me podía mover. Aunque me tratabas como basura ahí seguía yo, esperando algún milagro que te hiciera cambiar.
Pasó el tiempo, seguí siendo la mujer que cumplía tus necesidades, la que siempre perdona, la que siempre espera a que vengas a verme, y así me fui perdiendo y aniquilando como persona, pues sólo miraba por ti y a través de ti. Sabía que estaba mal, que no me respetaba… pero estaba tan emocionalmente acabada que ya ni sabía lo que era el respeto propio. Yo era tu marioneta, aquella mujer a la que a veces le tocaba la suerte de que me vinieras a ver o recordases que existía, algo que ya era un hábito en mí, el llorar esperando que me llamaras o vinieras a casa.
Pero una mañana cualquiera me miré al espejo y me dije:
“Estoy perdida, sé que él no se merece que le ame pero, ¿cómo me arranco este amor del corazón?, ¿cómo le pido a mis ojos que detengan sus lágrimas cuando lo único que deseo es llorar por no tenerlo como yo quisiera?”
Había pasado muchas noches leyendo revistas, muchas noches tratando de concienciarme que no te merecías nada de mí. Pero a la hora de la verdad, cuando llegabas me olvidaba de todo lo que había sufrido y corría a tus brazos para que me regalaras un poco de tu tiempo, y eso me bastaba, me convertí en menos que la basura que había en mis zapatos. No tenía dignidad, y mucho menos orgullo, pero ¿quién le dice al corazón de esas palabras? Yo sólo sabía que te amaba y que no podía vivir sin ti, todo lo que me decían me entraba por un oído y me salía por el otro porque yo confiaba en ti, no en todas esas personas extrañas que me decían que estaba mal, que mi relación no era sana.
Yo no lo podía comprender, estaba en un hoyo del cual yo misma rehusaba salir, porque si dejaba que mi otro yo aflorara no te vería más. Evitaba confrontaciones, sólo quería palabras bonitas y que la casa estuviese perfecta para que al venir te sintieras a gusto. Pero durante tus largas ausencias me fui enfermando de tanto esperar, ya no era ni la sombra de lo que habías conocido, lo había perdido todo, me aislé de todos lo que me hablaban mal de ti, porque tú para mí eras mi mundo.
Fue tanto el desgate de la relación que caí enferma, tú no apareciste por ningún lado. Todo estaba acabado para mí, sin ti ya no quería vivir, no podía ni respirar si no estabas tú, era dependiente de ti, total y absolutamente de ti.
Cuando toqué fondo y sentí que mi vida era un hilo, reaccioné, me levanté de entre las cenizas como pude, con muletas pero me levanté de nuevo. Mi vida contigo me pasó por la mente como una película y me odié por ser tan poca cosa, y dije “¡Basta, no más! No quiero verte más, me has hecho daño y me dejaste en la calle sola, sin amigos sin familia, mientras tú vivías alegremente tu vida.”
Ese día me levanté, volví a mirar la vida con buenos ojos, busqué ayuda, sabía que aún te amaba porque no se puede dejar de amar con sólo decirlo, pero hay que sanar heridas y ser valientes, mantenerse firmes al tomar una decisión.
Retomé mi vida, volví a reinventarme y salí adelante, pisé fuego, pasé por valles oscuros todo lo malo lo viví, pero hoy que ya es pasado, te veo acabado. No te odio, me das pena pero JAMÁS volvería contigo. El tiempo hará lo suyo y un día quedarás en tan sólo un recuerdo, pero nunca más volveré a caer tan bajo como caí, mendigando amor… nunca más me volverá a ocurrir.
Me di cuenta que soy mujer, valiente, DECIDIDA, 
con amor propio, y que mañana para mí será otro día.
- Ya no lloraré por ti y por nadie, 
nunca buscaré sobras de otras –
- Para llegar a mí hay que hacerlo con respeto y amor -
Nunca más permitiré que alguien me haga llorar, volveré a sonreír y caminaré por la calles con una sonrisa es mis labios. Toda revista, página web, y todo lo que me hace sentirme valiosa lo conservo como un tesoro, para que cuando las dudas afloren en mí, sepa decir NO, yo no recibo amores a medias.
- Merezco ser feliz -
y que alguien me acompañe
por el camino de la vida.